lunes, 18 de octubre de 2010

Animita chilena

En Santiago hay un parque recreativo al que cientos de personas llegan a pasar los domingos con sus parejas, familiares o amigos.

Decenas de cometas de múltiples colores se ven en los aires resaltando con el celeste del cielo en primavera.

La comida nunca falta, más bien sobra, por lo que los zaguates hacen fiesta manteniendo su robusta contextura. Y si hay quien peque de gula, puede comprar más comida, desde pinchos con carne, hasta mote con huesillos, entre otras delicias que ofrecen los vendedores ambulantes.


Cuando no es domingo, el parque parece un desierto, se camina sin tropezar con nadie, porque de hecho no hay nadie y así dan más ganas de caminar a conocer.

El primer día en el O'Higgins varios hicimos eso: conocer. Si no podíamos salir del parque, era mejor acostumbrarse a él.

Caminamos, vimos árboles torcidos, kioskos y puentes de madera, patos hambrientos, y un lugar extraño, como una pequeña terraza en medio de la intemperie.


En una vista de 360º del lugar, observamos muchos objetos de colores, peluches, cuadros, muñecas, cruces, placas de agradecimiento con su fecha escrita. Había también velas de ofrenda, pero no había ninguna encendida, apenas se veían dos pedazos de candela de menos de dos dedos de alto.

A pesar de que no soy creyente, las historias de fe, milagros, creencias, espiritualidad, santería, esoterismo, etc., siempre me han dado un poco de escalofríos, más al ver que la cantidad de ofrendas era grande, y en ellas hasta se veían regalos dados en los años ochenta.

¿Para quién estaba todo eso? Es para Marinita, una santa. Dijo Oscarito, un hombre canoso que desde la muerte de su madre se dedica a cuidar del "Santuario".

A Marinita la veneran desde poco después de su muerte, ha hecho muchos milagros, es una santa.

Mi educación Católica me había enseñado que los para que alguien fuera santo debía cumplir con ciertos requisitos que el Vaticano debe estudiar, como si fuera el Poder Judicial. Primero se pasaba por ser Beatificado, y luego, si cu
mplía con todos los requisitos y el mínimo de milagros aprobados por la Iglesia Católica, se Canonizaba, y ahí sí se le podía llamar Santo oficialmente.

Pues Marinita entonces no era santa. Pero sí venerada por muchos chilenos, según Oscarito, y gente fuera de Chile, y se le llamaba santa aunque no lo fuera.

Pero qué hizo "la Marinita" en vida, quién fue. Pues su vida duró apenas cuatro años, no le dio tiempo de hacer mucho luego de que su padrastro la degollara en el Parque O'Higgins el 28 de mayo de 1945, después de abusar sexualmente de ella, en el mismo árbol en el que se encuentra su tumba y santuario. Eso sí que fue más escalofriante que cualquier ritual de magia haitiana.

Volví a la tierra del café chorreado y me puse a buscar información. No encontré mucho, pero descubrí que el lugar donde encontramos a Marina Silva
Espinoza, es una "animita", osea, una casita inserta "en el paisaje, ya sea urbano o rural, que se construye en remembranza de personas que por lo general han fallecido en forma repentina y violenta."

Son una tradición popular, con seguidores que le llevan regalos, quizás no tan creyentes como lo es Oscarito, quien vive de las candelas compradas para la "animita", y quien probablemente pase los últimos días cuidand
o del lugar donde murió la niña que su madre cuidaba a inicios de los años cuarenta.

Adiós nos dijo Oscarito, "hágale cototo".
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1 comentario:

  1. JOJORGE!!! Hola ce ceci!! :) continuare siguiendo tu blog :) muy interesante e extrovertidos los post :)

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