sábado, 23 de octubre de 2010

Poorism - ¿Turismo de la pobreza?


Esta palabra poco conocida, al menos para mí que leí algo sobre ella hace unas tres semanas Poorism, palabra que une Tourism y Poor.

¿Pues, qué es esto? Es una “tendencia” reciente en el turismo, digamos que no tiene 20 años, que consta de que un grupo de personas, con suficiente dinero para viajar, desistan de los paseos a las bellas playas y lugares de montaña, para visitar a personas que viven en condición de pobreza.

No sé como les suena. Hay quienes dicen que es una manera de crear conciencia en las personas que lo tienen todo, ya que visitar una comunidad marginal es un shock para cualquier ser humano, y encontrarse con una realidad tan cruda los hará cambiar como personas. Sin embargo, hay opositores a esta actividad, que critican que si el turista llega un día, dos, tres, o una semana, y luego se va, no va a cambiar la situación de ninguna forma.

A los turistas les gusta visitar países africanos como Etiopía, Kenia y Sudáfrica, y también les gusta ir a la India, de hecho que los viajes a ese país crecieron gracias a la pelicula de Danny Boyle que ganó el Oscar 2010.

Pero como en Latinoamérica también hay pobreza, viajan a las favelas de Rio de Janeiro, a las villas miseria a las Afueras de Buenos Aires, a laos ranchos en Caracas, y quien sabe si ya han visitado La Carpio en la Uruca y Guararí en Heredia. (Sí, ya han llegado a regalar comida, eso me contaba una amiga en el colegio, cosa que no le gustaba a ella).

Entonces ¿Qué opino yo? Ya que es mi propio blog y no tengo editor ni director diré lo que pienso.

Esto es un acto de consumo más, la gente quiere cada vez algo nuevo, ya ni el turismo médico ni el sexual les es suficiente, ahora quienes tienen la fortuna de viajar (literalmente) buscan este tipo de turismo “solidario”.

Ya sabíamos, gracias a faranduleros, que el visitar niños en África y tomarse fotos con ellos es algo “cool”. Ya sabíamos, gracias a multimillonarios, que la filantropía es algo “cool” también. Pero el conocer de este dichoso Poorism me revolvió el hígado, creo que la frivolidad del hombre en esta sociedad neoliberal no tiene límites.

Me entristeció, enojó, amargó leer que esto existía. ¿Con qué dignidad tratan a estas personas,? ¿Cómo les dice su guía turístico, “a su derecha hay un grupo de niños pobres, a su izquierda prostitutas que necesitan dinero para comer”?

Las personas en condición de pobreza y pobreza extrema no son animales de circo o zoológico a los que se les va “a ver”, así como se va a ver a unos monos enjaulados para tomarles fotos. El que sean pobres no les quita su dignidad. ¡Por Dios! A ninguno de nosotros nos gustaría que un par de turistas nos traten como seres inferiores. ¡Y todavía que nos tomen fotos!

Acá los únicos que ganan son quienes se aprovechan de la desgracia de muchos para obtener dinero.

Cuando terminen su viaje, los turistas seguirán consumiendo desmedidamente, es la vida que les tocó y de la que no van a despertar. Mientras, la sociedad nos seguirá convenciendo que la igualdad no existe, ni existirá.


Pongo unas de unas güilas todas lindas. ¿Hay alguna diferencia entre ellas y los güilas de un barrio caro? No, son niñas como cualquier otra.


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Como respeto lo de derechos de autor les dejo mis fuentes:

http://www.wisegeek.com/what-is-poorism.htm

http://www.nytimes.com/2010/08/10/opinion/10odede.html?_r=1

http://es.wikipedia.org/wiki/Turismo_pobrista

lunes, 18 de octubre de 2010

Animita chilena

En Santiago hay un parque recreativo al que cientos de personas llegan a pasar los domingos con sus parejas, familiares o amigos.

Decenas de cometas de múltiples colores se ven en los aires resaltando con el celeste del cielo en primavera.

La comida nunca falta, más bien sobra, por lo que los zaguates hacen fiesta manteniendo su robusta contextura. Y si hay quien peque de gula, puede comprar más comida, desde pinchos con carne, hasta mote con huesillos, entre otras delicias que ofrecen los vendedores ambulantes.


Cuando no es domingo, el parque parece un desierto, se camina sin tropezar con nadie, porque de hecho no hay nadie y así dan más ganas de caminar a conocer.

El primer día en el O'Higgins varios hicimos eso: conocer. Si no podíamos salir del parque, era mejor acostumbrarse a él.

Caminamos, vimos árboles torcidos, kioskos y puentes de madera, patos hambrientos, y un lugar extraño, como una pequeña terraza en medio de la intemperie.


En una vista de 360º del lugar, observamos muchos objetos de colores, peluches, cuadros, muñecas, cruces, placas de agradecimiento con su fecha escrita. Había también velas de ofrenda, pero no había ninguna encendida, apenas se veían dos pedazos de candela de menos de dos dedos de alto.

A pesar de que no soy creyente, las historias de fe, milagros, creencias, espiritualidad, santería, esoterismo, etc., siempre me han dado un poco de escalofríos, más al ver que la cantidad de ofrendas era grande, y en ellas hasta se veían regalos dados en los años ochenta.

¿Para quién estaba todo eso? Es para Marinita, una santa. Dijo Oscarito, un hombre canoso que desde la muerte de su madre se dedica a cuidar del "Santuario".

A Marinita la veneran desde poco después de su muerte, ha hecho muchos milagros, es una santa.

Mi educación Católica me había enseñado que los para que alguien fuera santo debía cumplir con ciertos requisitos que el Vaticano debe estudiar, como si fuera el Poder Judicial. Primero se pasaba por ser Beatificado, y luego, si cu
mplía con todos los requisitos y el mínimo de milagros aprobados por la Iglesia Católica, se Canonizaba, y ahí sí se le podía llamar Santo oficialmente.

Pues Marinita entonces no era santa. Pero sí venerada por muchos chilenos, según Oscarito, y gente fuera de Chile, y se le llamaba santa aunque no lo fuera.

Pero qué hizo "la Marinita" en vida, quién fue. Pues su vida duró apenas cuatro años, no le dio tiempo de hacer mucho luego de que su padrastro la degollara en el Parque O'Higgins el 28 de mayo de 1945, después de abusar sexualmente de ella, en el mismo árbol en el que se encuentra su tumba y santuario. Eso sí que fue más escalofriante que cualquier ritual de magia haitiana.

Volví a la tierra del café chorreado y me puse a buscar información. No encontré mucho, pero descubrí que el lugar donde encontramos a Marina Silva
Espinoza, es una "animita", osea, una casita inserta "en el paisaje, ya sea urbano o rural, que se construye en remembranza de personas que por lo general han fallecido en forma repentina y violenta."

Son una tradición popular, con seguidores que le llevan regalos, quizás no tan creyentes como lo es Oscarito, quien vive de las candelas compradas para la "animita", y quien probablemente pase los últimos días cuidand
o del lugar donde murió la niña que su madre cuidaba a inicios de los años cuarenta.

Adiós nos dijo Oscarito, "hágale cototo".
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